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¡Eres casa de Dios!


¡Sí! La Biblia dice que nosotros, su pueblo, somos la morada del Dios Altísimo. ¡Qué privilegio maravilloso! Medita sobre esto:


¿No saben que ustedes son templo de Dios y que el Espíritu de Dios habita en ustedes?

(1 Corintios 3:16)


Dios no habita en templos hechos por manos humanas. Aunque somos imperfectos, él ha elegido vivir en nosotros. Es decir, todos sus hijos, redimidos por Jesucristo, ya no son visitados por Dios, sino habitados por él. Esto significa que nunca estás solo. ¡Dios está contigo, dentro de ti!


Por supuesto, somos una obra en continua construcción. Necesitamos que Cristo brille su luz en nosotros, que haga los cambios necesarios, que limpie todas las áreas y rincones escondidos. En fin, necesitamos que él haga de nuestras vidas un hogar agradable en el cual él pueda morar.


Conviértete en un hermoso santuario, dedicado a Dios

Deja que Dios esté a gusto en tu vida. Busca diariamente su santidad.

Dios no es un visitante extraño en tu casa. No lo eches de tu vida.

Ora y permite que Dios quite toda la basura escondida y organice todo el desorden en tu interior.

Dale a Dios autonomía en tu casa, dale el trono de tu corazón.

Solo la obra del Espíritu de Dios traerá el cambio real, la transformación real que necesitas.

Para orar:

Señor mi Dios, gracias porque decidiste habitar en medio de tu pueblo. Ayúdame a ser un buen hogar para ti. Sé que conoces mis imperfecciones y que estás trabajando en cada una de ellas. Retira todos los escombros del pasado, ¡límpiame! Haz que me consagre más a ti. Ilumina mi interior y siéntete a gusto en todos los ámbitos de mi vida. Tú eres mi Señor. Gobierna y dirige todo mi ser, en el nombre de Cristo. ¡Amén!

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