Así también traerá Dios con Jesús a los que durmieron en él. 1 Tesalonicenses 4:14, RVR 1960
Este versículo no debería llevarnos a creer que las almas duermen permaneciendo en una especie de estado de inconsciencia luego de la muerte, porque el susurro de Cristo a todo santo al borde de la muerte es: «Hoy estarás conmigo en el paraíso» (Lucas 23:43). Sí, «durmieron en él», pero su alma está «delante del trono de Dios, y día y noche le sirven en su templo» (Apocalipsis 7:15) y cantan aleluya a Aquel que los lavó de sus pecados con su sangre preciosa.
El cuerpo descansa en su solitario lecho terrenal bajo una cubierta de pasto, pero en este versículo, ¿qué significa la palabra durmieron? En este contexto el Espíritu de Dios nos da la idea de descanso. Esto hace que dormirnos cada noche sea una especie de día de reposo para nosotros, para estar bien al día siguiente.
Y ese descanso del alma impide que se aproximen intrusos para que la vida que esta tiene ingrese en el jardín veraniego del reposo. El creyente agobiado por su trabajo descansa como un bebé en el regazo de su madre.
¡Cuán felices y benditos son los que mueren en el Señor! Descansan de su trabajo y los siguen sus buenas obras, sin embargo, su descanso no será interrumpido hasta que Dios los levante y les dé su plena recompensa. Cuidados por los ángeles y rodeados de misterios eternos, ellos (los héroes de gloria) descansan hasta que el cumplimiento del tiempo finalmente les traiga la plenitud de la redención. ¡Y qué glorioso será su despertar!
Sus cuerpos fueron al descanso gastados y abatidos, pero no es así como resucitarán. Descendieron a su lecho terrenal con el ceño fruncido, pálidos y sin fuerzas pero resucitarán bellos y glorificados. La mustia semilla, sin forma ni atractivo, se elevará del polvo de la tierra como una hermosa flor. La fría tumba invernal dará lugar a la primavera de la redención y al verano de gloria.
Por consiguiente, bendita es la muerte física dado que por medio de ella el divino poder de Dios nos quita nuestra cotidiana ropa de trabajo para vestirnos con ropaje de boda e incorrupción. ¡Benditos son «los que durmieron en Jesús»
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